La Familia es la principal y más básica institución de la sociedad moderna, es la que nos forma desde el comienzo de nuestros días, la que tiene acceso a nosotros antes que cualquier otra, por ejemplo, la Escuela o la Iglesia. Al hablar de básica no me refiero a simpleza, sino que es la institución primordial de la sociedad. Además es un claro ejemplo de modernidad, debido a que es un grupo de personas que comparten un tiempo, las vidas en común, y un espacio, el hogar, donde existe la posibilidad de aprendizaje y de los riesgos que la vida nos depara.
Al definirla desde la primera perspectiva, la familia es la primera institución donde se nos establece una realidad, esta realidad ya está predefinida por nuestros padres y la de ellos por sus padres y así hacia atrás en el tiempo a lo largo de muchas generaciones. Esta realidad preconstruída nos cataloga según el rol que tengamos que cumplir como familiares dentro de la familia (definiremos como familiares a cada uno de los individuos que componen esta institución), estos roles nos obligan a actuar de cierta forma, por ejemplo el padre proveedor, la madre que cría los hijos, los hermanos que se aman y comparten, etc.
Desde la segunda perspectiva vemos a la familia como una modernidad a "pequeña escala" en que como mencioné anteriormente se comparte tiempo, espacio y por supuesto vivencias de toda índole, además existen ciertas creencias que la definen, estas ideas o valores serían lo que Marshall Berman denomina como modernismo en su libro "Todo lo sólido se desvanece en el aire".
Ahora que ya definimos el concepto de familia nos centraremos en un aspecto o hecho específico de la institución como tal: el coartar la libertad de quienes la componen. Esto sucede debido a que desde pequeños se nos dice qué hacer y qué no hacer, qué creer y qué no creer, entre tantas otras cosas. Como mencionaron Peter Berger y Thomas Luckmann en su libro "La construcción social de la realidad", ante los “por qué” de los niños la respuesta siempre es la misma “así se hacen las cosas”. Esto impide que haya una forma de aprender por nosotros mismos o bien, hacerlo de otra forma que nos parezca mejor, diferente a la enseñada por nuestra familia.
Desde pequeños, se nos enseña que debemos amar ante todo a nuestros familiares, “ama a tu hermano”, “cuida a tu primo”, “somos tus padres, te amamos”. Esas frases que muchos hemos escuchado a lo largo de nuestras vidas se basan en que si hay lazos sanguíneos el amor será mayor, a pesar que quizás no nos llevemos bien con nuestros familiares o incluso en muchos casos no compartamos con ellos o ni siquiera los conozcamos. Y como además vivimos en una sociedad basada en valores religiosos cristianos se nos presenta uno de los ejemplos más claros sobre este punto, “Respeta a tu padre y a tu madre, para que se prolongue tu vida sobre la tierra que Yavé, tu Dios, da”.
Esta es la primera instancia en que se ve coartada nuestra libertad, no nos dan el derecho de elegir a quien amar, no tenemos el privilegio o facultad de amar por cómo es la persona en primera instancia, sino por quién es o qué representa dentro de la familia. Luego vienen otros factores o gustos que se van adquiriendo con el tiempo, por ejemplo los equipos de fútbol de los hijos por lo general son los mismos que los padres, la religión o el espectro político, luego al ser mayores los padres esperan que los hijos sigan su mismo camino profesional, si el padre es médico, que el hijo también lo sea, de esto se desprende también el llamado doble vínculo, donde los hijos no tienen la posibilidad de dar otra respuesta que no sea la que esperan los padres, por esto durante los estudios superiores hay un alto nivel de deserción estudiantil.
El desarrollo personal, o más bien la falta de este, se ve plasmado por lo que nuestros familiares esperan de nosotros, determinan nuestros gustos, valores, creencias y hasta sentimientos. En este sentido podríamos decir que los padres son egoístas con sus hijos, no los dejan plantearse de forma crítica el mundo ni decidir por ellos mismos, evitando de esta forma que los miembros de la institución que ellos mismos formaron destruyan el concepto de modernidad que hay dentro de esta misma. Esperan que los individuos no se arriesguen ni sufran en el mundo exterior.
El coartar la libertad de los individuos de la familia implica que, hablando en términos de modernidad, no se nos dé la oportunidad de conocer una modernidad más amplia que la que se da en la familia que es una modernidad más cercana o a menor escala que la que se da en la sociedad globalizada, más aún con la sociedad mercantilista de hoy en día que comprende un grave riesgo para la familia, al “abrirle” el mundo a los miembros dentro del mismo hogar, que es un lugar sagrado para esta institución. A diferencia de como era antes que había que salir del espacio físico para compartir con personas que no pertenecieran a ella, las nuevas tecnologías han copado y colapsado este espacio reservado para los familiares donde más y más información ingresa cada día a través de los medios tecnológicos con los que contamos actualmente, como televisores, radios, internet, etc.
Pero también debemos plantearnos lo siguiente: ¿Por qué la familia, que es la base institucional de las sociedades, se presta para eso?. ¿Por qué quienes deberían enseñarnos a ampliar nuestra mente y recorrer el camino del riesgo y los peligros de la vida para aprender por nosotros mismos nos lo impiden?. Estas preguntas son esenciales para comprender a nuestros familiares, a nuestros padres que no actúan por causa de su egoísmo sino siempre pensando en lo mejor para nosotros. Como dictaron algunos filósofos, motivados por el bien.
La respuesta es sencillamente porque nos quieren proteger, también enseñarnos a protegernos mutuamente como un núcleo que funcione como un solo ente en el momento de necesidad por parte de alguno de nuestros familiares. Pensemos en el siguiente ejemplo del amor sanguíneo, si un amigo necesita ayuda lo asistiremos por el aprecio que le tenemos, pero si un hermano necesita algo correremos por brindarle ayuda por el amor incondicional que se nos enseñó desde pequeños que teníamos que tener por él.
Esta protección sirve para movernos sin mayores percances en lo que la vida nos pueda ofrecer, caminar respaldados por alguien a través del camino que la misma familia nos trazó al coartar nuestro pensamiento crítico. Estamos preparados de esta forma para vivir tranquilos, la familia nos protegió cuando pequeños y nuestra familia nos protegerá cuando grandes.
El problema radica en que esta protección al igual que la coartación de libertad de pensamiento y aprendizaje nos lleva al mismo callejón sin salida. Impide que cada individuo viva en una modernidad externa a la familia de la forma más amplia posible, evita que vivamos los riesgos que la misma modernidad exterior nos ofrece, nos escondemos de la vorágine de vivencias que significa la modernidad global.
De tal forma, el mal y el bien producido por la familia, coartación y protección, nos llevan al mismo punto muerto. Es irónico, como la familia siendo un ejemplo de modernidad nos aleja de la misma modernidad, no aprenden de los modernismos del pasado que han cometido los mismos errores y siguen basando su enseñanza en lo mismo que no ha variado desde hace muchas generaciones atrás, es tan simple como recordar que Berman menciona que las personas han experimentado esta modernidad por más de quinientos años, debido a esto le quitamos la oportunidad a las generaciones venideras de ir mejorando sus futuras y posibles modernidades.
Podemos decir que la institucionalidad crea su propia modernidad y por tal motivo reniega de la modernidad que a su vez creo a la institucionalidad por necesidades de convivencia y orden. Es como el ser humano con la sociedad, el hombre creó la sociedad, pero ahora la sociedad crea al hombre según sus necesidades, olvidando de igual forma el hombre que él mismo creo a esta sociedad que luego deificó, conocimiento que le daría la posibilidad de cambiar la sociedad según sus necesidades actuales.
De la misma forma, la familia crea a los familiares, les da un rol específico que cumplir, les indica cómo vivir y qué creer, pero los familiares olvidaron que otros familiares antiguamente crearon esta institución, también la deificamos y nos olvidamos que podríamos cambiarla para ayudarnos en el presente y ayudar a las futuras generaciones a crear un modernismo mucho más amplio y rico, para que ellos no cometieran los mismos errores que cometieron con nosotros y que nosotros mismos cometemos día a día.
Finalmente podríamos decir que la institucionalidad crea su propia modernidad e impide de todas las formas que puede que otros tipos de modernidad, más generales, la influyan.
Autor: Eduardo Valdivia
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bastante interesante, sobre todo porque al pequeño le quitan un poco de libertad... debo hacer un analisis mas profundo para quedar conforme... apachitos
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